Senda Psicólogos en Alcorcón

Senda Psicólogos Alcorcón es un centro de Psicología de referencia en la localidad de Alcorcón  (Madrid) .

NUESTRO CENTRO

Fundamos Senda Psicólogos Alcorcón, entonces “Centro de Psicología Senda”, en 1992, en un pequeño despacho arrendado en el nº 40 de la Calle Mayor de Alcorcón con la ilusión de comenzar nuestro ejercicio como psicólogos y constituir una alternativa a la deficitaria atención psicológica que existía entonces en esta localidad.

Nuestro empeño, progresivamente, se fue asentando hasta requerir, en 1999, la adquisición de nuestra consulta actual, exclusivamente dedicada a la psicoterapia y situada en el número 83 de la Calle Mayor, contando con el reconocimiento oficial de Establecimiento Sanitario de la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad de (Madrid).


Como Psicólogos Especialistas en Psicología Clínica y expertos en Psicoterapia tratamos cualquier expresión de malestar y sufrimiento psicológico en adolescentes y adultos, independientemente de cual sea su causa o sus síntomas. Muchas de las consultas que recibimos tienen que ver con la ansiedad, otras con la depresión o con una combinación de ambas; también son frecuentes los trastornos de la sexualidad, del sueño, de la alimentación, las adicciones, los problemas de pareja...

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LOS SINTOMAS Y TRASTORNOS MÁS HABITUALES

Vamos a describir los malestares o síntomas psicológicos más habituales a continuación, pero es muy importante entender antes que, aún siendo esos malestares parecidos en algunas personas, los síntomas siempre son eso: síntomas de otra cosa; sus causas, sus efectos, su gravedad, el lugar que ocupan en la vida y en la historia de cada uno será diferente. Por tanto, aún teniendo dos personas síntomas parecidos, estos no deben entenderse, diagnosticarse o tratarse de la misma manera.

Veamos primero los síntomas más habituales de ansiedad. Suelen presentarse en tres grandes grupos:


1º cuando la ansiedad se manifiesta en episodios más o menos breves e intensos de angustia, que tienden a repetirse cada cierto tiempo. Llamamos a estas manifestaciones "crisis de angustia", "ataques de pánico" o “neurosis de angustia”. Sufrimos, entonces, momentos de profundo malestar psicológico y físico que pueden cursar con sensación de taquicardia, ahogos, mareos, miedo al infarto, necesidad de sentirse a salvo... también, en ocasiones, dolor en el pecho, desmayos, agitación, inhibición o disfunción en algún órgano o función corporal sin que haya una enfermedad real. Algunas crisis de angustia tienen como efecto el miedo y la evitación de los lugares en los que se han producido.


2º miedos excesivos e irracionales o fobias, que nos obligan a evitar ciertas situaciones y pueden aumentar hasta bloquear nuestra actividad diaria. Las fobias pueden ser de lo más variado ante vivencias aparentemente inofensivas: lugares altos o cerrados, reuniones sociales, viajes, aglomeraciones, ciertos animales o insectos, actuaciones en público, contraer enfermedades...


3º pensamientos recurrentes u obsesivos, normalmente absurdos, que nos producen un gran sufrimiento y resultan difíciles de evitar. También, en ocasiones, conllevan la realización de actos de protección o comprobación como único modo de calmar nuestra angustia o el temor irracional a un mal mayor. Se suele llamar a este cuadro Trastorno Obsesivo Compulsivo (el famoso T.O.C.) o Neurosis Obsesiva.


Además de la ansiedad, el abanico de padecimientos psicológicos resulta muy variado. Hay una alta y creciente incidencia de los trastornos depresivos que conllevan sentimientos de desilusión, desesperanza, apatía, aislamiento, soledad, desmotivación de vivir, etc. El grado de afectación en una depresión puede ser muy variable; en los cuadros más graves y persistentes hablamos de estados melancólicos. En ocasiones, los estados melancólicos tornan en episodios de exaltación personal, sobreexcitación, sentimientos de omnipotencia... esta combinación de depresión y exaltación ha recibido el nombre de Trastorno Bipolar. En cualquier caso, las depresiones graves pueden conllevar riesgo de autolesiones, elecciones vitales autodestructivas e incluso suicidio.


Otros trastornos psicológicos como los llamados trastornos de los impulsos pueden tener también un componente autodestructivo y, con incidencia muy variable, suelen manifestarse en diferentes áreas: anorexias, consumo de sustancias, ludopatías, agresividad, sexualidad compulsiva... Tales impulsos incontrolables pueden derivar en intensos sentimientos de culpa y provocar fases depresivas que no evitan la repetición de la conducta impulsiva.

La inhibición de la sexualidad, en sus diferentes manifestaciones, también aparece como un trastorno o síntoma habitual. Por ejemplo, la inhibición del deseo sexual, con o sin depresión. O también, el temor, la vergüenza, las dudas respecto al género o la orientación sexual (ver apartado “Preguntas Frecuentes al Psicólogo”.

Relacionado con lo anterior, recibimos también numerosas consultas sobre problemas de pareja que, además de la sexualidad, pueden manifestarse en dificultades de comunicación, desafectividad, maltrato en diferentes grados, celos, problemas con las familias respectivas, con los hijos, etc.

Y las llamadas enfermedades psicosomáticas, es decir, enfermedades físicas reales derivadas de alteraciones o sufrimiento psicológico.


Y, por último, los trastornos psicológicos generados por experiencias traumáticas concretas, también llamados trastornos por estrés postraumático. Se trata de la huella que nos dejan determinados impactos dolorosos que podemos sufrir y que requieren un tiempo y una ayuda para ser superados. Los efectos de un impacto traumático no se pueden predeterminar, una misma situación vivida por dos personas producirá consecuencias diferentes en cada una; incluso consecuencias diferentes en la misma persona según el momento en el que sufra el trauma. El impacto del trauma hundirá sus raíces en lo psicológico produciendo manifestaciones de angustia que tienden a repetirse: pesadillas, ciertos pensamientos, acciones, temores difusos, agitación... Pensemos que al nacer y ser acogidos por una familia entramos a formar parte de una cadena que el trauma puede romper convirtiéndonos así en un eslabón suelto. El trauma nos separa de nuestra propia historia, altera nuestra personalidad, el curso de nuestra vida. En un trauma siempre hay una parte elaborable, la posibilidad de incorporar su huella a nuestra propia historia, a través de la psicoterapia.


Pero la psicoterapia no trata solamente los síntomas o traumas, también ayuda a las personas a vivir mejor, a tomar mayor conciencia de sí mismas, a encontrar un camino en la vida más acorde con los verdaderos deseos, a tomar decisiones, a asumir responsabilidades, a afrontar situaciones que nos pueden bloquear y mantener en un callejón sin salida.